Asunción, la capital de Paraguay, es conocida como la «Madre de Ciudades» debido a su papel clave en la expansión y fundación de otras ciudades importantes en América del Sur durante el periodo de colonización española. Desde sus comienzos en 1537, la ciudad se convirtió en un punto estratégico no solo para la administración colonial, sino también para la difusión de la cultura y la civilización europea en el vasto territorio sudamericano.
La denominación se origina en el hecho de que desde Asunción se impulsó la fundación de otras ciudades importantes en la región, incluyendo Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes y Santa Cruz de la Sierra. En esencia, Asunción actuó como un núcleo desde el cual irradiaron nuevas civilizaciones hacia los confines del continente.
El contexto histórico de Asunción es fascinante. Fundada el 15 de agosto de 1537 por el explorador español Juan de Salazar y Espinosa, su establecimiento fue parte del esfuerzo de España por consolidar su dominio sobre los territorios que hoy conocemos como el Cono Sur. Asunción rápidamente se convirtió en un importante centro de poder político y militar debido a su ubicación estratégica sobre el río Paraguay, lo que facilitaba la conexión entre diferentes regiones.
Su influencia no solo fue crucial en términos geopolíticos, sino también en el ámbito cultural y social. La ciudad sirvió como punto de encuentro entre los conquistadores españoles y los pueblos indígenas guaraníes, estableciendo un unión cultural que aún hoy en día define la identidad paraguaya.
La importancia de Asunción como madre de ciudades también tiene que ver con la decadencia y posterior abandono de Buenos Aires en sus primeros años. Tras su destrucción en 1541, Asunción fue fundamental para organizar una segunda expedición que refundaría Buenos Aires en 1580, fortaleciendo así la presencia española en la región del Río de la Plata. Además, la ciudad fue un lugar clave para las expediciones hacia el interior de Sudamérica, impulsando el descubrimiento y la colonización de territorios que se extendían hasta la actual Bolivia, Brasil y Argentina.